“El teatro puertorriqueño está en deuda con usted”, aseguró el actor Gerardo Ortiz. (Ricardo Alcaraz) |
Sonrisas, recuerdos, abrazos, graciosas anécdotas y lágrimas, todas a la vez, fluían en el Teatro Julia de Burgos como una pieza dirigida por Dean Manuel Zayas Pereira, pero en esta ocasión, nadie había ensayado. Ayer, todo salía del corazón.
Las buenas vibras de agradecimiento al “maestro” se sentían. Las miradas cómplices de estudiantes y exalumnos que se reencontraban inundaban el escenario, aquel que tantas veces ha sido testigo del trabajo de Zayas.
“Todos a sus posiciones”, se escuchó a las 10:00 a.m., ni un minuto más, ni uno menos. Puntual, como al “maestro” le gusta.
Un aplauso caluroso, gritos de júbilo y casi un centenar de personas recibían al catedrático quien lleva más de 40 años ligado a la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras (UPRRP). Precisamente ayer, horas antes de que la universidad le otorgara el Doctorado Honoris Causa por su contribución al desarrollo de las Artes.
Pero sus discípulos planificaron un gesto de eterno agradecimiento a aquel a quien consideran un padre, un maestro, un amigo, un mentor.
Los amantes de las artes se colocaron en una fila que rodeaba las gradas del Julia. Zayas pasó a saludar a todos los presentes, uno por uno. Se fundían en un abrazo luego de que lanzaran una línea de alguna obra en la que Zayas les dirigió.
Abrazos sinceros, calor humano, hubo aquellos a los que la voz se le quebraba al tener de frente al “padre de los actores”. Otros lo miraban con admiración. Braulio Castillo, Cordelia González, Jorge Castro, Isel Rodríguez, Luis Omar O’farrill, Mario Roche y Melwin Cedeño, son unos pocos de los exalumnos de Zayas que allí se dieron cita.
“Unos nacen grandes, otros alcanzan la grandeza, a otros, la grandeza le cae encima”; “En esto veo, Melibea, la grandeza de Dios”; “Que los dioses te guarden, quien quiera que seas”, salían de las bocas de aquellos a quien “el poeta de la escena” le inculcó el amor al teatro y a las artes. Él recibía las líneas inclinando la cabeza.
Zayas tomó la palabra. “Estoy emocionado, de Puerto Rico para el mundo”, bromeó y el público estalló en carcajadas.
“¡Gracias, gracias a todos!”, fueron las únicas palabras que articuló el catedrático.
“No importa las grandes cosas que le podamos decir, no alcanzan al gran legado que nos has dejado”, sentenció el actor Gerardo Ortiz. “El teatro puertorriqueño está en deuda con usted”, aseguró.
Seguido, todos en pie, le brindaron por un minuto el mejor regalo que puede tener un actor: los aplausos.
“[Este reconocimiento] creo que significa más para mis estudiantes que para mí, sinceramente. Yo nunca he sido muy fanático de los premios y de los reconocimientos porque yo creo que cada cual hace lo que tiene que hacer. Yo he hecho lo que he tenido que hacer. No para que se me reconozca sino porque había que hacerlo”, destacó Zayas quien lleva más de medio siglo de carrera teatral.
Uno de los sueños del “maestro”, ha sido tener su propio teatro, “pero se ha hecho demasiado difícil”, confesó. “Me gustaría tener un teatro un poquito más grande que el Julia de Burgos, con unas 300 butacas -no más de 500-, me gustaría que fuera en la ciudad universitaria en Río Piedras y que hubiera funciones especiales para estudiantes, siempre”, expresó.
El legado de Zayas no se ha limitado al suelo boricua, ha sido reconocido internacionalmente como uno de los especialistas del Siglo de Oro Español. Ha sido fundador del Teatro Sesenta y del Teatro Sylvia Rexach. Sin embargo, el día que ya no esté imagina que alguien vendrá “y seguirán haciendo teatro. El teatro sigue vivo. El teatro no va a morir nunca”, puntualizó en un tono de humildad con la seguridad que lo caracteriza.
Sin embargo, para sus aprendices, Zayas es un pilar, es la base, es el pasado, el presente y el futuro.
“Dean para mí, es responsable de que yo esté haciendo lo que hago. Él fue el que me abrió las puertas al mundo del teatro y realmente -yo creo que para todos los que estamos aquí- significa nuestro futuro. Nos enseñó el camino a seguir. Realmente este doctorado es algo que ya nosotros se lo habíamos otorgado en el corazón y en el alma. Es fantástico que ya se le dé porque se lo merece”, sostuvo la actriz Cordelia González.
“Yo tengo que decir, sin que me quede ningún resquiebro de duda, que si hoy yo he logrado una carrera de 25 años como diseñador ha sido gracias a Dean Zayas, en gran parte. La oportunidad de trabajar con él, definitivamente ha contribuido al Miguel Vando que es diseñador hoy día. Le estoy eternamente agradecido”, resaltó el diseñador y profesor de la UPRRP, Miguel Vando.
Por su parte, Rosabel Otón expresó su gratitud hacia Zayas quien lo recuerda, entre tantas cosas, porque la enseñó a buscar la luz en el escenario. “Dean ha sido el maestro de todos nosotros. No solamente nos ha dirigido en escenas, sino que también nos ha encaminado en la vida profesional. Aunque ya yo daba clases aquí en el departamento, si no es por Dean yo no enseño comedia del arte. Le debemos muchas cosas porque ha sido para muchos, padre, amigo, consejero y siempre buscando que demos lo mejor de nosotros mismos en los proyectos”, puntualizó.
Las buenas vibras de agradecimiento al “maestro” se sentían. Las miradas cómplices de estudiantes y exalumnos que se reencontraban inundaban el escenario, aquel que tantas veces ha sido testigo del trabajo de Zayas.
“Todos a sus posiciones”, se escuchó a las 10:00 a.m., ni un minuto más, ni uno menos. Puntual, como al “maestro” le gusta.
Un aplauso caluroso, gritos de júbilo y casi un centenar de personas recibían al catedrático quien lleva más de 40 años ligado a la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras (UPRRP). Precisamente ayer, horas antes de que la universidad le otorgara el Doctorado Honoris Causa por su contribución al desarrollo de las Artes.
Pero sus discípulos planificaron un gesto de eterno agradecimiento a aquel a quien consideran un padre, un maestro, un amigo, un mentor.
Los amantes de las artes se colocaron en una fila que rodeaba las gradas del Julia. Zayas pasó a saludar a todos los presentes, uno por uno. Se fundían en un abrazo luego de que lanzaran una línea de alguna obra en la que Zayas les dirigió.
Abrazos sinceros, calor humano, hubo aquellos a los que la voz se le quebraba al tener de frente al “padre de los actores”. Otros lo miraban con admiración. Braulio Castillo, Cordelia González, Jorge Castro, Isel Rodríguez, Luis Omar O’farrill, Mario Roche y Melwin Cedeño, son unos pocos de los exalumnos de Zayas que allí se dieron cita.
“Unos nacen grandes, otros alcanzan la grandeza, a otros, la grandeza le cae encima”; “En esto veo, Melibea, la grandeza de Dios”; “Que los dioses te guarden, quien quiera que seas”, salían de las bocas de aquellos a quien “el poeta de la escena” le inculcó el amor al teatro y a las artes. Él recibía las líneas inclinando la cabeza.
Zayas tomó la palabra. “Estoy emocionado, de Puerto Rico para el mundo”, bromeó y el público estalló en carcajadas.
“¡Gracias, gracias a todos!”, fueron las únicas palabras que articuló el catedrático.
“No importa las grandes cosas que le podamos decir, no alcanzan al gran legado que nos has dejado”, sentenció el actor Gerardo Ortiz. “El teatro puertorriqueño está en deuda con usted”, aseguró.
Seguido, todos en pie, le brindaron por un minuto el mejor regalo que puede tener un actor: los aplausos.
“[Este reconocimiento] creo que significa más para mis estudiantes que para mí, sinceramente. Yo nunca he sido muy fanático de los premios y de los reconocimientos porque yo creo que cada cual hace lo que tiene que hacer. Yo he hecho lo que he tenido que hacer. No para que se me reconozca sino porque había que hacerlo”, destacó Zayas quien lleva más de medio siglo de carrera teatral.
Uno de los sueños del “maestro”, ha sido tener su propio teatro, “pero se ha hecho demasiado difícil”, confesó. “Me gustaría tener un teatro un poquito más grande que el Julia de Burgos, con unas 300 butacas -no más de 500-, me gustaría que fuera en la ciudad universitaria en Río Piedras y que hubiera funciones especiales para estudiantes, siempre”, expresó.
El legado de Zayas no se ha limitado al suelo boricua, ha sido reconocido internacionalmente como uno de los especialistas del Siglo de Oro Español. Ha sido fundador del Teatro Sesenta y del Teatro Sylvia Rexach. Sin embargo, el día que ya no esté imagina que alguien vendrá “y seguirán haciendo teatro. El teatro sigue vivo. El teatro no va a morir nunca”, puntualizó en un tono de humildad con la seguridad que lo caracteriza.
Sin embargo, para sus aprendices, Zayas es un pilar, es la base, es el pasado, el presente y el futuro.
“Dean para mí, es responsable de que yo esté haciendo lo que hago. Él fue el que me abrió las puertas al mundo del teatro y realmente -yo creo que para todos los que estamos aquí- significa nuestro futuro. Nos enseñó el camino a seguir. Realmente este doctorado es algo que ya nosotros se lo habíamos otorgado en el corazón y en el alma. Es fantástico que ya se le dé porque se lo merece”, sostuvo la actriz Cordelia González.
“Yo tengo que decir, sin que me quede ningún resquiebro de duda, que si hoy yo he logrado una carrera de 25 años como diseñador ha sido gracias a Dean Zayas, en gran parte. La oportunidad de trabajar con él, definitivamente ha contribuido al Miguel Vando que es diseñador hoy día. Le estoy eternamente agradecido”, resaltó el diseñador y profesor de la UPRRP, Miguel Vando.
Por su parte, Rosabel Otón expresó su gratitud hacia Zayas quien lo recuerda, entre tantas cosas, porque la enseñó a buscar la luz en el escenario. “Dean ha sido el maestro de todos nosotros. No solamente nos ha dirigido en escenas, sino que también nos ha encaminado en la vida profesional. Aunque ya yo daba clases aquí en el departamento, si no es por Dean yo no enseño comedia del arte. Le debemos muchas cosas porque ha sido para muchos, padre, amigo, consejero y siempre buscando que demos lo mejor de nosotros mismos en los proyectos”, puntualizó.
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Original del publicado en Diálogo.
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