Son 65 años de pasión y esfuerzo por conservar el patrimonio cultural

sábado, agosto 20, 2016
El Museo de Historia, Antropología y Arte de Puerto Rico está de fiesta al cumplir sus 65 años de fundación por ley. Con poco dinero y espacio, esta institución ha logrado preservar y divulgar el patrimonio cultural de los puertorriqueños. (Suministrada)

Allí se encuentra, hace más de 60 años, a la entrada del primer centro docente del país. Muchos estudiantes -a paso acelerado- transitan hacia sus salones de clases. Algunos ni lo miran. Otros, ni saben qué esconden aquellas paredes. Un edificio sin terminar guarda el patrimonio de Puerto Rico y este 2016 celebra sus 65 años de creación por ley.

El Museo de Historia, Antropología y Arte (MHAA) adscrito a la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras (UPRRP) fue creado por ley el 15 de abril de 1951, convirtiéndose en el primer museo nacional de la isla.

Su misión es clara, “reunir, mantener y conservar, con el propósito de divulgación cultural, todo aquello que constituya parte de nuestro tesoro histórico, antropológico y artístico”, así se desprende del Proyecto de Ley 97 de 1951.

Sin embargo, la historia del museo comienza antes de que existiera uno. La primera donación que recibió la UPRRP data de 1914 -fecha para la cual ni se visualizaba la creación de un museo- y fue la colección del primer comisionado residente en Washington, Federico Degetau.

Un año posterior a esta primera donación, la universidad recibió el ícono máximo del MHAA, esa pintura, que quienes han visitado el museo saben, capta la atención de cualquier espectador. Hablamos de El Velorio de Francisco Oller, que hasta ese momento había sido expuesta en la Biblioteca Insular en San Juan.

Para 1926, se establece en el campus riopedrense, en el salón 9 del Edificio Janer, el Museo Juan Ponce de León gracias al profesor Rafael Ramírez de Arellano, quien lo conformó como complemento para sus cursos de Historia de Puerto Rico, pues contaba con objetos históricos, pinturas, grabados, periódicos, mapas y objetos arqueológicos que había logrado reunir y recopilar.

Este museo fue el predecesor del MHAA. Las colecciones del Juan Ponce de León seguían en aumento, tanto así que en 1943 fue trasladado a unas instalaciones con más espacio.

Entonces, en 1947, Ricardo Alegría es nombrado director auxiliar del museo y este queda dividido en tres ramas: la antropológica, a cargo de Alegría; la histórica, en manos del profesor Ramírez; y la artística, al mando de Osiris Delgado y de Sebastián González García, decano de la Facultad de Humanidades.

Así, un año después de su nombramiento, Alegría lanzó una campaña publicitaria para recibir donativos y aumentar el caudal de las colecciones que allí se preservaban. De esta iniciativa, nació la ley que este año cumple su 65 aniversario y que sirvió de referente para que se construyera una edificación exclusiva para el MHAA.

De esta manera, el arquitecto Henry Klumb, quien había diseñado el Centro de Estudiantes y la Biblioteca José M. Lázaro, trabajó los planos -en cinco fases- para el museo.

Lamentablemente, en 1959, el MHAA abre sus puertas al público con tan solo la primera fase del plano. Y ahí quedó todo. Nunca se terminó la edificación.

Aquí la maqueta del MHAA con sus cinco fases de construcción. El museo inauguró con la primera y nunca se completó la obra. (Suministrada)

“El diseño de Klumb nunca se acabó. El edificio para el museo que diseñó Henry Klumb no está construido ni siquiera una cuarta parte. El museo era más grande, la parte que observamos hoy iba a ser la recepción, secretaría y atención al público primario”, dijo Diana Ivonne López Sotomayor, la primera mujer puertorriqueña en estudiar arqueología.

López Sotomayor se graduó de la UPRRP con un bachillerato en Humanidades porque en Ciencias Sociales aún no existía el programa de Antropología. En 1965, tomó clases particulares con Ricardo Alegría en el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) y en el 1967 gana una beca para estudiar en México.

En el 1987, regresa a la isla como catedrática en la Facultad de Ciencias Sociales y curadora del museo. Para ese entonces el depósito era un caos. “No había un catálogo, no había ni siquiera un inventario per ítem, no había ninguna de las cosas que se requieren para manejar adecuadamente un depósito. Entonces, con la experiencia que yo tenía en México, más los requisitos que estableció la American Association of Museums, más lo que pudimos observar en los depósitos norteamericanos de Alejandría en Virginia, pues diseñamos una estrategia para poquito a poco ir poniendo en orden la casa”, aseguró quien laboró por más de 20 años en el Instituto Nacional de Antropología e Historia en México.

“En 1987 no había una computadora allí. No solo es tener una computadora para escribir, el inventario hay que digitalizarlo. La curaduría moderna, desde los 70, se computariza y digitaliza toda la información”, continuó.

Uno de los legados de López Sotomayor, fue otorgarle un perfil académico al depósito. “Montamos un saloncito allí en Casa Margarida con pupitres, con pizarras y los estudiantes tenían la clase de arqueología de Puerto Rico allí. No es lo mismo que te hablen de materiales arqueológicos y te enseñen una foto, a que tú los tengas en la mano”, contó con emoción.

Sin embargo, el director que fue nombrado para los años 94 y 95, nunca entendió la visión de López Sotomayor. “Él quiso que el museo se volviera una galería para obras de artes y suspendió las clases. Me dijo a mí que no había que dar clases allí, que el museo lo que debía era exponer arte y que eso de convertir los depósitos en un recurso educativo era una cosa de los americanos”, recordó.

En ese momento, la antropóloga supo que su misión en el museo había culminado.

Actualmente, la egresada de la UPRRP, entiende que el espacio para el MHAA urge. “El Museo necesita, y no se puede postergar, más espacio. Necesita espacio para el tratamiento de los materiales, conservación. Necesita espacio integrado de almacenamiento. Necesita espacio de exposición. Y necesita espacio para salas interactivas. Definitivamente lo necesita. No hay forma de que a ese museo se le siga manteniendo en esa pequeña camisa de fuerza de un edificio inconcluso. No es justo”, sentenció con fuerza la catedrática.

De igual forma, entiende que en términos de edificación, “es una historia inconclusa, dolorosamente inconclusa”, pero cuando se habla de objetivos, proyectos y programas, “es un ejemplo de esfuerzo y tenacidad casi sin recursos. Aquí se ha hecho muchísimo sin recursos”, reconoció la arqueóloga.

Y si alguien puede dar fe de la labor encomiable del museo es su actual directora, Flavia Marichal, quien lleva desde el 2004 al mando de la institución y ha tenido que lidiar con la acreditación del MHAA y con la reestructuración del edificio.

¿Reestructuración del edificio? Sí. Y es que a pesar de que el museo universitario nunca fue terminado, en 1999 -cuando se estaba construyendo la parada Universidad del Tren Urbano- no se midieron las consecuencias.

Parte afectada del museo por la construcción del Tren Urbano. (Glorimar Velázquez / Diálogo)

Parte del edificio está lleno de grietas. Fisuras que se extienden desde el techo hasta el suelo. El tejado deja colar el agua. Ellas se han apoderado del edificio y allí están hace 17 años. No permiten que el MHAA pueda operar en su máximo esplendor.

“Llevamos tanto tiempo esperando y es frustrante para uno que tiene tanta colecciones, tantas posibilidades, es bien frustrante. Todo está guardado. Ahora mismo, ¿qué hay en la sala? dos o tres pinturas. La verdad es que nosotros necesitamos espacio, es urgente para nosotros”, urgió la directora.

Al menos, desde el 2013, la Junta de Gobierno de la UPR aprobó –mediante la Certificación Número 3- un millón de dólares para la reestructuración. El Recinto de Río Piedras financiará, con fondos institucionales, parte del proyecto. El resto lo cubrirá Administración Central y algunos fondos de indemnización.

“La reestructuración del edificio, espero, empiece este próximo semestre, ¡al fin!, porque ya los planos están hechos”, aseguró Marichal.

Sin embargo, cabe destacar, que en 2013 el MHAA se convirtió en el primer museo universitario -y el tercero en Puerto Rico- en ser acreditado por la American Alliance of Museums (AAM).

Por tal razón, “estamos a nivel de cualquier museo. De que somos bien pequeños, eso es otra cosa, que tenemos pocos fondos, también. Pero, cumplimos nuestra función a cabalidad, sino no nos hubieran acreditado en el 2013”, dijo la cabeza de esta institución que ha dado ejemplo de tenacidad y de grandioso esfuerzo.

Y aunque Marichal asume que la economía en Puerto Rico está en crisis y que una expansión del edificio es un anhelo lejano, está feliz de que le hayan aprobado una cuenta de donativos para que comiencen a recaudar fondos para que el camino se atreche.

“No sabemos cómo va a estar la cosa, después si se crea la junta de control fiscal no sé qué va a pasar en Puerto Rico. Lo importante es sobrevivir y guardar las colecciones y conservarlas para el futuro”, dijo con un rastro de esperanza en sus ojos.

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Original del publicado en Diálogo

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XXII. Casado con la vida y amante de la comida. Boricua. Viajero. Periodista en formación.

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