La vejez de Puerto Rico está enferma

martes, agosto 23, 2016 Comentar
El 40 por ciento de los viejos y viejas en Puerto Rico padecen de entre seis y 21 enfermedades diagnosticadas.

En Puerto Rico, es inminente el envejecimiento de la población. Muchos jóvenes puertorriqueños mueren en las calles de nuestra isla, los adultos se están marchando a nuevas tierras a probar suerte y los que quedan cada vez tienen una expectativa de vida más alta. Pero, ¿cuán saludables están nuestros adultos mayores de 65 años?

Sencillo, más del 40% de nuestros viejos y viejas tienen entre seis y 21 enfermedades diagnosticadas, según reveló un estudio realizado en la Escuela Graduada de Salud Pública (EGSP) del Recinto de Ciencias Médicas (RCM) de la Universidad de Puerto Rico (UPR).

Este fue uno de los hallazgos principales del informe Perfil de salud de la población de 65 años o más en Puerto Rico en 2013, liderado por José Carrión Baralt, catedrático asociado en el Programa de Gerontología de la EGSP, en conjunto con los estudiantes Joel Vélez Egipciaco, Luis G. Díaz-Logroño y Natalia B. Pagán Guadalupe.

Además, pudieron identificar las enfermedades más comunes entre personas de 65 años o más siendo estás cinco las de mayor prevalencia: hipertensión (70.2%), desorden de metabolismo de lípidos (62.2%), diabetes (53.6%), hipotiroidismo (35.1%) y anemia (33.2%). Cabe destacar que no hubo diferencias significativas por sexo ni por región geográfica.

Por tal razón, los investigadores recomendaron que todo esfuerzo de salud pública debe estar enfocado en la prevención, detección temprana y tratamiento de estas enfermedades más comunes, con el fin de mejorar la calidad de vida de esta población.

“Estos datos nos dan, por primera vez, una visión amplia -sustentada por datos confiables- de la seriedad de la situación de salud de los adultos mayores en Puerto Rico, y urgen a tomar medidas drásticas de prevención de enfermedades crónicas, promoción de salud y atención especializada para esta población”, resaltó Carrión Baralt.

Para realizar el estudio, y por la falta de datos en la isla, los investigadores obtuvieron los datos por parte de 11 aseguradoras, entre ellas agrupan beneficiarios privados y del plan de salud del gobierno. Estas aseguradoras comprendieron el 70 % de la población de adultez mayor en el 2013.

“Esta data debe ser compartida y utilizada por el Departamento de Salud y las compañías aseguradoras de manera que se pueda desarrollar un modelo de prestación de servicios dirigido a disminuir el riesgo de estas enfermedades en nuestra población envejeciente. Esto es clave en el desarrollo de cualquier modelo salubrista de prestación de servicios a la población en general”, especificó Edgar Colón Negrón, decano de la Escuela de Medicina.

De igual manera, Ralph Rivera Gutiérrez, decano de la EGSP, destacó que “hay que rehacer la forma en que vivimos en Puerto Rico. Lo que hemos hecho hasta ahora no funciona. Y entre las cosas que hemos hecho hasta ahora ha sido que el Departamento de Salud replique el modelo estadounidense de que el 90% del dinero que ponemos en salud va dirigido a enfermedades. Nosotros hablamos de un sistema de salud cuando lo que realmente tenemos es un sistema de manejo de enfermedades”.

Otra de las variables que el estudio analizó fue la prevalencia del Trío Metabólico (diabetes, hipertensión y desórdenes de metabolismo de lípidos) en los viejos y viejas. El 18.3% no padecía ninguna de las condiciones de este combinado, el 15.6% al menos tenía una de las enfermedades, 27.9% padecía dos de las condiciones y 38.2% padecía las tres enfermedades del Trío Metabólico.

“Con la tendencia marcada de una población de mayor edad, tenemos la responsabilidad de conocer datos como estos para planificar y establecer las políticas de salud necesarias en Puerto Rico. Estamos comprometidos con continuar con estudios en este tema de gran beneficio para el país”, señaló Noel J. Aymat Santana, rector del RCM.

Sin embargo, a preguntas de periodistas, la escuela no precisó qué planes poseen para –con estos datos- hacer políticas públicas.

Cabe destacar que la base de datos creada por el grupo investigador consideró 14,047,532 reclamaciones por servicios de salud prestados durante el año 2013 de 424,479 asegurados -más de 33 reclamaciones por paciente por año-. Esta es la muestra más grande de cualquier estudio de salud que se haya realizado con esta población en el país.

Entre las limitaciones del estudio se encuentran variables con poca o ninguna información, tales como estado marital, ocupación, ingreso, educación, peso, estatura, número de dependientes, alcoholismo, entre otras.

Además, las aseguradoras de salud mental como APS y FHC no quisieron suministrar sus bases de datos para la investigación por lo que el estudio reveló que solo un 10% de la población sufre de enfermedades mentales.

Aun así, el equipo investigador tiene en agenda divulgar otros informes que se desprenden de esta información obtenida, como los gastos de salud del adulto mayor, el perfil de las personas de 50 a 64 años y la prevalencia de cáncer en la población de 65 años o más.

_________________________________________________________________________________

Original del publicado en Diálogo

El Centro de Investigaciones Arqueológicas: una joya sin pulir

lunes, agosto 22, 2016 Comentar
Desde su fundación en 1947, y adscrito al museo de la UPR, el centro ha realizado un gran aporte en la cultura puertorriqueña, descubrieron la cultura de La Hueca y rehicieron los esquemas migratorios y culturales que hasta entonces eran intocables.

En el sótano de lo que una vez fue Registraduría, allí en Humanidades, se esconde un mundo lleno de antigüedades. Es la cueva del origen de la vida. Son los cimientos de lo que hoy llamamos cultura puertorriqueña.

En las paredes del Centro de Investigaciones Arqueológicas se encuentran unas 2,000 bandejas -de 20 libras cada una- llenas de piezas indígenas. Las cajas sin clasificar están por doquier, es casi imposible caminar sin tropezar. Las paredes dan fe de que allí no se ha limpiado ni pintado por décadas. Al instante, se siente que la garganta pica, es evidente el hongo que allí tienen su reino intocable.

Pero Luis Chanlatte e Yvonne Narganes ya están inmunes. La fuerza inmunológica, al parecer, también se gana con la costumbre, con la pasión y con el trabajo intenso.

Y es que, si estamos celebrando los 65 aniversarios de fundación por ley del Museo de Historia Antropología y Arte (MHAA), no podemos dejar a un lado esta joya arqueológica adscrita a la institución.

El Centro fue fundado en 1947 por Ricardo Alegría y desde entonces no ha dejado de ser pieza clave y de controversia en la arqueología puertorriqueña.

Pero hubo un antes y un después. Hace 51 años, por invitación del propio Alegría, llegó al centro -desde República Dominicana- Luis Chanlatte.

“En realidad yo creía que yo venía a trabajar con él en el Instituto de Cultura, pero cuando llegué aquí donde me mandaron fue a la universidad, al museo. Estas son las cosas que el destino le depara a uno. Me pusieron aquí provisionalmente y llevo aquí 51 años. El destino es una maravilla”, dijo con voz pausada, como de quien ha vivido 91 años.

Chanlatte no perdió tiempo. El centro necesitaba actualización y buscó la manera de convencer a la universidad de que había que crear un programa de investigación para poder revisar los yacimientos desde nuevos criterios. Y sucedió. Como muy pocas veces sucede en el primer centro docente del país. Abrieron el programa.

El antropólogo y arqueólogo decidió ir primero a la Central Rufina en Guayanilla. Allí, “localizamos material Saladoide muy interesante, algo que no se había reportado. El Saladoide había desarrollado diseños policromados -con más de dos colores-. Eso rompió el esquema que se había conocido hasta ese momento”, contó.


Pues anterior a este descubrimiento, solo se habían reportado diseños de la cultura Saladoide en dos colores. Según el experto, el Saladoide tiene su origen en Venezuela, en el bajo Orinoco.

En 1977 y en busca de responder a la interrogante de cuándo el Saladoide desarrolló los tres colores o más, se fue a la isla de Vieques. Desde ese momento, la historia en Puerto Rico es otra. En aquellas tierras, Chanlatte y su equipo pudieron apreciar la misma policromía y comprobaron que ese desarrollo proviene de las Antillas Menores. Pero la cosa no se quedó ahí.

Siguieron excavando en la finca de Sourcé y apareció otra cultura, una que no usaba la pintura y cuyos incisos eran mayormente entrecruzados.

“Eso nos cogió de sorpresa porque era otra cosa completamente diferente. Seguimos explorando el área y descubrimos cuatro lugares más con las mismas cerámicas. O sea, era una aldea. Como no sabíamos exactamente su origen, su procedencia, pues le pusimos el nombre del sitio donde se descubrió, que fue en el barrio La Hueca”, puntualizó.

Por tal razón, tuvieron que modificar el esquema cultural que existía hasta el momento. Crearon uno que presentaba dos culturas. Eso causó un lío en el mundo arqueológico porque rompieron con los paradigmas intocables de hacía 40 años.

Entonces, una voz resaltó en el centro. Era la de Yvonne Narganes quien se había mantenido atenta a las palabras de su compañero de trabajo desde hace 34 años. “Resulta que esta que no pinta y que no es vistosa su cerámica, pero tiene unos amuletos con unos cóndor que ahora son emblemáticos. Y esa fue la diferencia y lo que causó las peleas por 25 años. Hasta el sol de hoy está la guerra arma’ pero más suavecita porque ha aparecido en otros sitios”.

Yvonne Narganes, del Centro de Investigaciones Arqueológicas. (José Karlo Pagán/Diálogo)

“Esa es la aportación del centro. Ese nuevo esquema cultural antillano que cambia la historia de las Antillas. Establecer nuevas migraciones del continente suramericano y del continente centroamericano hacia las Antillas”.

Según los expertos, cuando esta población de La Hueca llega a la isla, ya vivían los arcaicos. Se sobre puso la convivencia entre ambos. Los arcaicos aprendieron a hacer las cerámicas hasta que desarrollaron sus propios estilos.

Cabe resaltar que los arcaicos habían llegado a la isla antes de la cultura Saladoide y de La Hueca, pero no eran ceramistas, sino agricultores y recolectores. De esta forma, se van culturizando a partir de estas influencias y de ese junte nacen las nuevas culturas que conocemos como taínas.

Pero estas teorías, en el momento, crearon conmoción. “Yo creo que nos tienen en esta cueva de castigo”, dijo Chanlatte a modo de chiste.

Pero Narganes no se pudo contener e inquirió, “aquí estamos escondidos, pero internacionalmente nos conocen”.

Un centro de investigación sin presupuesto para investigar

Pero entre broma y broma, la verdad es que el centro no cuenta con unas instalaciones apropiadas para preservar e investigar todo el acervo arqueológico que allí se encuentra.

Además, el presupuesto de operaciones –$15 mil anuales- se le quitó hace unos cuatro años. Con ese dinero Chanlatte y su equipo iban todos los años por al menos tres meses a los yacimientos a realizar las excavaciones.

Aun así, el centro ha producido 12 libros y catálogos; ha realizado nueve exposiciones arqueológicas; han sido deponentes –nacional e internacionalmente- en 25 ocasiones; y han producido, gracias a la utilización del material arqueológico, 15 tesis.

“Pero ahora mismo nos dejaron sin teléfono. Nos lo cortaron”, dijo Narganes mientras enseñaba un teléfono antiguo instalado en la oficina de Chanlatte. “Por suerte tenemos Internet”, pronunció entre carcajadas.

Chanlatte y Narganes, quienes después de tantos años en el 2004 fueron reconocidos por la universidad como docente, son las únicas personas encargadas del centro. Ambos son responsables de dirigir y ejecutar todo tipo de trabajo que van desde el estudio de campo hasta las investigaciones en el laboratorio.

“Yo sé que la universidad reconoce esto [el centro]. No es que no lo reconozca, es que tiene otras prioridades”, aclaró la doctorada en 2015 por su tesis Sorcé historia de una aldea Saladoide de pescadores.

Sin embargo, desde 1987 están pidiendo un museo de arqueología o al menos una sala permanente dentro del MHAA, pero no pasa nada. El edificio Masónico se les había asignado pero nunca se completaron los trámites.

Entonces, muchos estudiantes van a reclamar que el acervo arqueológico que allí se encuentra es del pueblo de Puerto Rico y que debería estar exhibiéndose. Chanlatte y Narganes están claros de eso. Pero sin un espacio adecuado, no se pueden exhibir, explicaron.


“Los estudiantes y los profesores piden una sala de exposiciones permanente de arqueología porque esa es la historia indígena del país”, añadió Narganes.

Por tal razón, cuando se logra una exposición en la sala del MHAA, que lleva 17 años con el ala oeste de su edificación clausurada por mala planificación en la construcción del Tren Urbano, el centro aprovecha y en los catálogos incluyen una monografía estrecha para así divulgar los pormenores de la cultura y de los trabajos que han realizado.

“Pero esperamos que algún día la universidad nos dé un espacio adecuado para que los investigadores y estudiantes puedan continuar haciendo sus trabajos”, finalizó la doctora con un hilo de esperanza en sus ojos.

_________________________________________________________________________________

Original del publicado en Diálogo

Un museo que con poco trabaja para todos

domingo, agosto 21, 2016 Comentar
El Museo de Historia, Antropología y Arte de la UPR no cuenta con presupuesto para compra y gran parte de su estructura está clausurada. Sin embargo, no han parado de hacer su misión: divulgar el patrimonio de la isla. (Glorimar Velázquez / Diálogo)

Para muchos niños, jóvenes y adultos, el Museo de Historia, Antropología y Arte (MHAA) ha sido el vínculo para el primer encuentro con las riquezas culturales que se conservan en esas paredes.

Allí se pueden palpar artefactos indígenas encontrados por Ricardo Alegría y Luis Chanlatte como aros líticos, cemíes y morteros. En su interior, olleres y campeches saludan a sus visitantes. Y se guardan más de 1,600 grabados y cuatro mil carteles.

Para los niños la atracción principal son las dos momias egipcias que fueron donadas a Ricardo Alegría en 1948 tras culminar sus estudios en Harvard. “Ese es nuestro ícono, los niños vienen a ver las momias, las famosas momias”, dijo entre carcajadas la directora del MHAA, Flavia Marichal.

El acervo cultural que preserva el museo adjunto a la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras (UPRRP) ha ido creciendo a niveles extraordinarios. Sin embargo, como mencionamos enel artículo anterior, parte de la edificación del museo no está en condiciones apropiadas para presentar las piezas.

No obstante, Marichal asegura que no se ha parado de trabajar por divulgar el patrimonio histórico de Puerto Rico. Desde que es directora, en el 2004, se han presentado un gran número de exposiciones que abarcan las tres ramas del museo.

“Tenemos la colección arqueológica, que yo creo, es una de las más importantes de Puerto Rico. Él [Ricardo Alegría] promovió la donación de obras, entones, muchas colecciones particulares llegaron al museo así. Por eso te digo que es una de las mejores porque nosotros tenemos, por ejemplo, más de 90 aros líticos, tenemos cemíes, tenemos morteros. Muchas piezas museables, además de las piezas que se encontraron en las excavaciones que él realizó en Luquillo”, detalló la directora.

Flavia Marichal, directora del Museo UPR. (Glorimar Velázquez/ Diálogo)

En cuanto a la colección de pintura, Marichal confesó que es la más pequeña. “La pintura es sumamente cara y el museo económicamente no tiene tanto dinero como para adquirir pinturas”. Además explicó que la colección de Francisco Oller y José Campeche fue adquirida en los 70 por Arturo Dávila cuando estaban a un precio asequible. “Ya hoy día el museo no podría comprar ni un Oller ni un Campeche”, aseguró.

Hay que destacar que el presupuesto del museo es de $145 mil anuales que son utilizados para realizar las exhibiciones, contratar expertos, pagar el sistema de alarmas, contratar al curador, entre otros gastos. Además, se les quitó el presupuesto para compras. Así, el museo solo opera por donaciones.

Antes de que eliminaran el presupuesto para adquirir piezas, Marichal se ocupó de hacer crecer la colección de grabado pues era lo más económico. Actualmente, cuentan con 1,600 grabados y la donación más reciente fue de Myrna Báez con 29 planchas para que fueran conservadas en la institución.

-¿Cree que el museo está atemperado para divulgar el conocimientos y la interacción que se tiene con los estudiantes?, preguntó Diálogo.
“Yo creo que estamos atemperado completamente, el que no lo sepan aprovechar es otra cosa. Lo único que nosotros no estamos utilizando es tecnología en las salas porque económicamente no podemos, no tenemos la facilidad económica de tener vídeos, de tener computadoras dentro de la sala. Nosotros servimos a los estudiantes todos los días, damos talleres a la comunidad los domingos, damos talleres a las escuelas públicas días en semana y todo esto es gratuito para que la gente venga al museo.
“Yo te diría que la comunidad es la que tiene que acercarse. Nosotros ponemos los banners, anunciamos por radio, por periódico, pero el que no venga es porque no quiere. Si tú quieres aprender algo, es como todo en la vida, no todo te lo van a enseñar en el salón de clases”.
– Entonces, ¿cómo ve el futuro del museo?
“Yo lo que quisiera es que al yo irme todo esté terminado de retratar, todo esté registrado. Llevo desde el 2004 como directora, solo quiero que el que venga quiera al museo como yo lo quiero”, dijo con la voz quebrada y los ojos a punto de lagrimar.

Y cuando hablamos de que no han parado de trabajar y que con poco hacen una labor encomiable, no mentimos. Actualmente, el MHAA presenta en su sala de exhibición: Reflejos de la historia de Puerto Rico en el arte: 1751-1950.

“No se había hecho en el museo un trabajo como este en el que tú tuvieses la oportunidad de observar obras y a la misma vez te estén contando una historia real de los acontecimientos políticos e históricos de Puerto Rico. Es un proyecto muy abarcador”, aseguró el museógrafo, Lionel Ortiz-Meléndez.

En esta exhibición que estuvo a cargo de Lyzette Cabrera y auspiciada por la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades, se presentan 46 obras que buscan el estudio de la historia de la isla a través del arte.

Según Ortiz-Meléndez, en los 22 años que lleva en la institución, nunca se ha parado de exponer. Sin embargo, puntualizó que todavía hay mucho trabajo que hacer en la cultura museística de los puertorriqueños.

“Muchas personas piensan que al museo estar adscrito a la universidad es exclusivo para esa audiencia y no lo ven como parte de su vida. Todavía se ha hecho difícil tratar de conquistar a ese público que posiblemente le interesaría pero que necesita más inclusión”, señaló.

Lionel Ortiz, museógrafo del MHAA. (Glorimar Velázquez/ Diálogo)

En cuanto al tema del espacio, Lisa Ortega Pol, educadora del museo, reafirmó: “Yo veo que aunque el museo tiene un espacio físico limitado, el caudal de trabajos, de investigaciones, de recursos que tiene, no es comparable sino que lo sobrepasa. Si algo he aprendido es que no se deben poner de excusa los obstáculos del espacio, de dinero, para no hacer las cosas. No tenemos salones de clases, damos talleres comoquiera”.

Ortega Pol es la encargada de diseñar las actividades, que en relación con la exhibición que esté, le ofrecerán a la audiencia. Estas van desde recorridos guiados, conferencias, foros, talleres de arte, publicaciones cortas y el uso de redes sociales con el fin de educar.

Para esta egresada de la UPRRP, el museo presenta temas pertinentes a la sociedad. “Todas nuestras exhibiciones de historia, son para sacudir a uno de nuestras consciencias, de cómo concebimos a Puerto Rico y quiénes somos”.

Se digitalizan los carteles del museo

Por último, conversamos con Tania Rodríguez y Grace Santana para que nos hablaran del proyecto de digitalización de carteles que está llevando a cabo el MHAA.

La iniciativa, financiada por la Fundación Nacional para las Humanidades, pretende digitalizar cuatro mil carteles de los más de siete mil que posee el museo.

“Es más fácil que la persona entre a Internet y vea la obra a que tenga que venir aquí al museo, sacar cita, para entonces sacarle la obra. Hay muchos investigadores que no son de Puerto Rico que quisieran hacer una investigación y se les hace más difícil”, mencionó Rodríguez.

Tania Rodríguez, asistente museo UPR. (Glorimar Velázquez/ Diálogo)

Por su parte, Santana resaltó que el proyecto busca llevar la cultura más cerca al público. “Es proveerle a la audiencia, una herramienta digital sobre una parte bien importante de la historia de Puerto Rico, cultural y artística. El cartel empieza a surgir en los 40 y no ha parado. Ha sido un reflejo de lo que es Puerto Rico. Es importante proveerles esas obras. Ahora mismo, el acceso está limitado”.

Ya casi todos los carteles están digitalizados, el trabajo ahora consiste en llenar las descripciones y ficheros para proveer una mejor búsqueda en la plataforma e-museum.

“Yo veo al museo, en términos generales, bien activo. Yo he estado en otros museos universitarios y tengo que decir que este es muy activo. A pesar de que es pequeño, tiene muchas actividades, se mantiene todo el tiempo integrando a la comunidad”, resaltó Rodríguez.

_________________________________________________________________________________

Original del publicado en Diálogo

Son 65 años de pasión y esfuerzo por conservar el patrimonio cultural

sábado, agosto 20, 2016 Comentar
El Museo de Historia, Antropología y Arte de Puerto Rico está de fiesta al cumplir sus 65 años de fundación por ley. Con poco dinero y espacio, esta institución ha logrado preservar y divulgar el patrimonio cultural de los puertorriqueños. (Suministrada)

Allí se encuentra, hace más de 60 años, a la entrada del primer centro docente del país. Muchos estudiantes -a paso acelerado- transitan hacia sus salones de clases. Algunos ni lo miran. Otros, ni saben qué esconden aquellas paredes. Un edificio sin terminar guarda el patrimonio de Puerto Rico y este 2016 celebra sus 65 años de creación por ley.

El Museo de Historia, Antropología y Arte (MHAA) adscrito a la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras (UPRRP) fue creado por ley el 15 de abril de 1951, convirtiéndose en el primer museo nacional de la isla.

Su misión es clara, “reunir, mantener y conservar, con el propósito de divulgación cultural, todo aquello que constituya parte de nuestro tesoro histórico, antropológico y artístico”, así se desprende del Proyecto de Ley 97 de 1951.

Sin embargo, la historia del museo comienza antes de que existiera uno. La primera donación que recibió la UPRRP data de 1914 -fecha para la cual ni se visualizaba la creación de un museo- y fue la colección del primer comisionado residente en Washington, Federico Degetau.

Un año posterior a esta primera donación, la universidad recibió el ícono máximo del MHAA, esa pintura, que quienes han visitado el museo saben, capta la atención de cualquier espectador. Hablamos de El Velorio de Francisco Oller, que hasta ese momento había sido expuesta en la Biblioteca Insular en San Juan.

Para 1926, se establece en el campus riopedrense, en el salón 9 del Edificio Janer, el Museo Juan Ponce de León gracias al profesor Rafael Ramírez de Arellano, quien lo conformó como complemento para sus cursos de Historia de Puerto Rico, pues contaba con objetos históricos, pinturas, grabados, periódicos, mapas y objetos arqueológicos que había logrado reunir y recopilar.

Este museo fue el predecesor del MHAA. Las colecciones del Juan Ponce de León seguían en aumento, tanto así que en 1943 fue trasladado a unas instalaciones con más espacio.

Entonces, en 1947, Ricardo Alegría es nombrado director auxiliar del museo y este queda dividido en tres ramas: la antropológica, a cargo de Alegría; la histórica, en manos del profesor Ramírez; y la artística, al mando de Osiris Delgado y de Sebastián González García, decano de la Facultad de Humanidades.

Así, un año después de su nombramiento, Alegría lanzó una campaña publicitaria para recibir donativos y aumentar el caudal de las colecciones que allí se preservaban. De esta iniciativa, nació la ley que este año cumple su 65 aniversario y que sirvió de referente para que se construyera una edificación exclusiva para el MHAA.

De esta manera, el arquitecto Henry Klumb, quien había diseñado el Centro de Estudiantes y la Biblioteca José M. Lázaro, trabajó los planos -en cinco fases- para el museo.

Lamentablemente, en 1959, el MHAA abre sus puertas al público con tan solo la primera fase del plano. Y ahí quedó todo. Nunca se terminó la edificación.

Aquí la maqueta del MHAA con sus cinco fases de construcción. El museo inauguró con la primera y nunca se completó la obra. (Suministrada)

“El diseño de Klumb nunca se acabó. El edificio para el museo que diseñó Henry Klumb no está construido ni siquiera una cuarta parte. El museo era más grande, la parte que observamos hoy iba a ser la recepción, secretaría y atención al público primario”, dijo Diana Ivonne López Sotomayor, la primera mujer puertorriqueña en estudiar arqueología.

López Sotomayor se graduó de la UPRRP con un bachillerato en Humanidades porque en Ciencias Sociales aún no existía el programa de Antropología. En 1965, tomó clases particulares con Ricardo Alegría en el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) y en el 1967 gana una beca para estudiar en México.

En el 1987, regresa a la isla como catedrática en la Facultad de Ciencias Sociales y curadora del museo. Para ese entonces el depósito era un caos. “No había un catálogo, no había ni siquiera un inventario per ítem, no había ninguna de las cosas que se requieren para manejar adecuadamente un depósito. Entonces, con la experiencia que yo tenía en México, más los requisitos que estableció la American Association of Museums, más lo que pudimos observar en los depósitos norteamericanos de Alejandría en Virginia, pues diseñamos una estrategia para poquito a poco ir poniendo en orden la casa”, aseguró quien laboró por más de 20 años en el Instituto Nacional de Antropología e Historia en México.

“En 1987 no había una computadora allí. No solo es tener una computadora para escribir, el inventario hay que digitalizarlo. La curaduría moderna, desde los 70, se computariza y digitaliza toda la información”, continuó.

Uno de los legados de López Sotomayor, fue otorgarle un perfil académico al depósito. “Montamos un saloncito allí en Casa Margarida con pupitres, con pizarras y los estudiantes tenían la clase de arqueología de Puerto Rico allí. No es lo mismo que te hablen de materiales arqueológicos y te enseñen una foto, a que tú los tengas en la mano”, contó con emoción.

Sin embargo, el director que fue nombrado para los años 94 y 95, nunca entendió la visión de López Sotomayor. “Él quiso que el museo se volviera una galería para obras de artes y suspendió las clases. Me dijo a mí que no había que dar clases allí, que el museo lo que debía era exponer arte y que eso de convertir los depósitos en un recurso educativo era una cosa de los americanos”, recordó.

En ese momento, la antropóloga supo que su misión en el museo había culminado.

Actualmente, la egresada de la UPRRP, entiende que el espacio para el MHAA urge. “El Museo necesita, y no se puede postergar, más espacio. Necesita espacio para el tratamiento de los materiales, conservación. Necesita espacio integrado de almacenamiento. Necesita espacio de exposición. Y necesita espacio para salas interactivas. Definitivamente lo necesita. No hay forma de que a ese museo se le siga manteniendo en esa pequeña camisa de fuerza de un edificio inconcluso. No es justo”, sentenció con fuerza la catedrática.

De igual forma, entiende que en términos de edificación, “es una historia inconclusa, dolorosamente inconclusa”, pero cuando se habla de objetivos, proyectos y programas, “es un ejemplo de esfuerzo y tenacidad casi sin recursos. Aquí se ha hecho muchísimo sin recursos”, reconoció la arqueóloga.

Y si alguien puede dar fe de la labor encomiable del museo es su actual directora, Flavia Marichal, quien lleva desde el 2004 al mando de la institución y ha tenido que lidiar con la acreditación del MHAA y con la reestructuración del edificio.

¿Reestructuración del edificio? Sí. Y es que a pesar de que el museo universitario nunca fue terminado, en 1999 -cuando se estaba construyendo la parada Universidad del Tren Urbano- no se midieron las consecuencias.

Parte afectada del museo por la construcción del Tren Urbano. (Glorimar Velázquez / Diálogo)

Parte del edificio está lleno de grietas. Fisuras que se extienden desde el techo hasta el suelo. El tejado deja colar el agua. Ellas se han apoderado del edificio y allí están hace 17 años. No permiten que el MHAA pueda operar en su máximo esplendor.

“Llevamos tanto tiempo esperando y es frustrante para uno que tiene tanta colecciones, tantas posibilidades, es bien frustrante. Todo está guardado. Ahora mismo, ¿qué hay en la sala? dos o tres pinturas. La verdad es que nosotros necesitamos espacio, es urgente para nosotros”, urgió la directora.

Al menos, desde el 2013, la Junta de Gobierno de la UPR aprobó –mediante la Certificación Número 3- un millón de dólares para la reestructuración. El Recinto de Río Piedras financiará, con fondos institucionales, parte del proyecto. El resto lo cubrirá Administración Central y algunos fondos de indemnización.

“La reestructuración del edificio, espero, empiece este próximo semestre, ¡al fin!, porque ya los planos están hechos”, aseguró Marichal.

Sin embargo, cabe destacar, que en 2013 el MHAA se convirtió en el primer museo universitario -y el tercero en Puerto Rico- en ser acreditado por la American Alliance of Museums (AAM).

Por tal razón, “estamos a nivel de cualquier museo. De que somos bien pequeños, eso es otra cosa, que tenemos pocos fondos, también. Pero, cumplimos nuestra función a cabalidad, sino no nos hubieran acreditado en el 2013”, dijo la cabeza de esta institución que ha dado ejemplo de tenacidad y de grandioso esfuerzo.

Y aunque Marichal asume que la economía en Puerto Rico está en crisis y que una expansión del edificio es un anhelo lejano, está feliz de que le hayan aprobado una cuenta de donativos para que comiencen a recaudar fondos para que el camino se atreche.

“No sabemos cómo va a estar la cosa, después si se crea la junta de control fiscal no sé qué va a pasar en Puerto Rico. Lo importante es sobrevivir y guardar las colecciones y conservarlas para el futuro”, dijo con un rastro de esperanza en sus ojos.

_________________________________________________________________________________

Original del publicado en Diálogo

De Puerto Rico a Venezuela: ayuda para los más necesitados

domingo, agosto 14, 2016 Comentar
El joven Melwin Pagán destina el 80 por ciento de su salario para ayudar a las comunidades indígenas de Venezuela y a los niños que padecen de cáncer. Aquí, su iniciativa y las peripecias de su gesta.

“El que no vive para servir, no sirve para vivir”. Con esta frase de Teresa de Calcuta como ideal de vida, Melwin Pagán González ha encontrado en Venezuela, y en las comunidades indígenas de ese país, el lugar idóneo para aportar a un mejor mundo.

Por tal razón, el joven de 23 años ha fundado Pasos Sin Fronteras, una organización sin fines de lucro dedicada a contribuir en la salubridad de las comunidades indígenas en el Estado Amazonas en Venezuela.

Según este orocoveño, “el problema de allá es el gobierno”. Pues considera que el “socialismo de Europa es un socialismo verdadero, pero el socialismo de América es un asco”.

Relató que en sus visitas a la República Bolivariana, ha palpado la precariedad por la que está atravesando el país. Aseguró que la falta de alimentos, utensilios cotidianos, parafernalia y medicamentos, es real. “Los hospitales no tienen medicamentos, no tienen gasas, no tienen jeringuillas”, dijo efusivamente.

“Esa gente no está acostumbrada a pasar hambre. Hace poco mataron a una señora por un saco de papas. Le arrancaron el saco de papas y le picaron la cabeza con una cuchilla”, narró Pagán con asombro.

“Yo tengo una amiga, ella es física, cuando acá ella pudiera estar haciendo miles de dólares -en Estados Unidos o en Rusia- ahora mismo ella se gana en Venezuela como $16 al mes”, continuó el estudiante de biología humana en la Universidad del Turabo en Barceloneta.

¿Y si eso es en la ciudad, cuánto más será la precariedad en los pueblos selváticos de Venezuela?

Y es que, según este boricua -de sonrisa alegre y espíritu vivo- ha podido palpar lo que es la pobreza, el hambre, la desesperación y la enfermedad en su mayor punto de esplendor.

“Aquí [en Puerto Rico] no hay pobres”, sentenció el joven humanitario al hacer una comparación con Venezuela. “En esos países las ayudas no existen”, continuó Pagán, quien además de estudiar, trabaja en un segmento televisivo, ofrece talleres los domingos, trabaja cultivando en su propia finca y vende sobos y mezclas de tés.


* * *

Pero, ¿cómo un joven de Orocovis llega hasta las comunidades más remotas del Estado Amazonas, queda atónito ante el abandono del gobierno por aquellas comunidades y funda una organización para ayudarles?


Melwin Pagán les enseña a los indígenas cómo utilizar los filtros de agua a base de carbón. (Suministrada)

Pues a Pagán lo invitaron hace tres años a dar una charla de plantas medicinales en Venezuela. Él se lo tomó como vacaciones y se fue 16 días al país suramericano. “La charla yo la di en un solo día -eliminando los dos días de aeropuerto- ¿qué iba a hacer yo 13 días libres en Venezuela?”, dijo a carcajadas.

Entonces, Juan Antonio, miembro de Kanobo, organización de agricultura y quien lo invitó a ofrecer la charla, no lo dudó dos veces. “Pues muchacho, vamos para la selva, ¿qué va hacer usted aquí en la ciudad?”.

Y así sucedió. Llegó al Estado Amazona y vio la necesidad de los indígenas. Notó cómo estaban tomando agua directamente de los ríos Orinoco y Amazonas. Ríos, que cabe señalar, están altamente contaminados -por cuestiones de la minería ilícita- con plomo, mercurio y otros metales pesados.

“Esas aguas son negras y ellos beben directamente del río, no tienen nada para purificar ni filtrar, por eso tienen parásitos, E. Coli, enterococos, tienen hepatitis. A muchos niños tú los ves con los ojos amarillos, amarillos. Otros mueren por enfermedades gastrointestinales y diarreas crónicas”, contó mientras la sonrisa desaparecía de su rostro.

Supo que tenía que hacer algo por estas poblaciones y al regresar a Puerto Rico puso su idea en marcha. Al cabo de seis meses ya la organización estaba registrada y comenzó a sacar el 80% de sus ingresos y los destinaba a esta iniciativa.

Al comienzo la idea era monetaria, pero un día viendo un programa de televisión, se topó con unos jóvenes que estaban llevando filtros de agua en África. No lo dudó dos veces. Entró a la página del producto y mandó a pedir cinco filtros familiares a base de carbón que rinden aproximadamente para 15 personas en un periodo de un año, pues purifica hasta 48 mil galones de agua.


En uno de sus viajes a la selva, el bote que estaba a su lado, en “puerto puta”, explotó. (Suministrada)

En su tercera visita a Venezuela, logró recaudar $600 que utilizó para comprar seis filtros. Ya él, por su cuenta, había comprado seis más. Pero, “esto antes de que aduana se pusiera tan malo, ahora solo puedo pasar cinco porque dicen que es para comercio ilegal”, lamentó.

Pero esta visita fue particular: lo asaltaron a cuchilla, tuvo que pasar por varias barricadas en las cuales era sobornado por los policías venezolanos y atravesó por un choque cultural con el Pueblo Yanomami.

Posteriormente, en su cuarta jornada, las peripecias continuaron. Los sobornos por parte de los policías fueron más constantes. Tuvo que viajar en un bote sin techo, en una ruta de 10 horas Amazona arriba, hacia Cerro Autana. Al menos allí cumplió su misión. Esta vez, además de los filtros, entregó mosquiteros para prevenir un poco la malaria que abunda en esa región.

De regreso, el bote se quedó sin gasolina y tuvieron que extraer -con la boca- el combustible de otra embarcación que llegó a su rescate para poder seguir su trayecto hacia la ciudad. Antes de llegar a Puerto Ayacucho, la capital del Estado Amazonas y la más cercana a la civilización, se fueron a un puerto -conocido entre los nativos como “puerto puta”- para poder conseguir leche para el infante de uno de los indios que le acompañaba. Entonces, explotó el bote que estaba varado justo a su lado.

Estas aventuras no han sido narradas por Pagán para demostrar heroísmo o valentía, sino para revelar las travesías que pasan los indígenas para llegar hasta la ciudad. “El gobierno los tiene en el abandono, por más que quieran si alguno tiene una emergencia, a lo que llegan a la ciudad, van a morir”.


* * *

En julio pasado fue su última visita al Estado Amazonas. Esta vez, en Maturín, visitó a los waraosen el delta del Orinoco y les llevó sus cinco filtros de agua.

Este viaje, según cuenta, estuvo lleno de magia. El camino hacia la selva lo pasó sentado en la punta de la lancha que lo llevaría a su destino. Las aves revoloteaban por encima de la embarcación. Estaban rodeados completamente de naturaleza, nada de construcciones, nada de ruido. En ese espacio solo estás tú y la naturaleza. Es fascinante, asegura, es todo un espectáculo.

“A veces, nosotros creemos que las recompensas son en dinero y no necesariamente cuando estamos haciendo el bien al prójimo. Ahora mismo la Pachamama, que es la madre tierra, nos recompensa de otras formas. A mí, ya me lo recompensó con esos paisajes, me está recompensando con esas vistas que no todo el mundo tiene el privilegio de conocerlas y de verlas”, reflexionó durante esa travesía.


Luisito, indígena con malaria de una comunidad del pueblo warao. (Suministrada)

Pero, lamentablemente, “cuando llegamos a la primera comunidad conocí a todos esos niños y estaban llenos de llagas, de sarna, había uno que tiene malaria y que se está muriendo. Hace dos días había muerto uno también de malaria y de problemas intestinales por estar tomando agua del río directamente”, relató.

“A Luisito, aproximadamente le queda de vida tres meses. Es que esa gente no tiene acceso a los hospitales, no tienen medicamentos. Son los que están en la ciudad y no tienen medicamentos. ¡Imagínate ellos que son las comunidades más rezagadas del gobierno, las más abandonadas!”, exclamó Pagán con efusividad.

Pero en esta ocasión, el joven de corazón noble, no solo se quedó en la selva sino que decidió acudir al Hospital de los Niños J.M. de los Ríos en Caracas para, en lo posible, ofrecer ayuda.

Allí contactó a la jefa de enfermería, pues quería entregarle $100 a 60 niños que tuvieran una alta probabilidad de salvarse. Y así lo hicieron, un tanto escondidos, pues el gobierno de Venezuela tiene prohibida la entrega de dinero extranjero.

“Yo se los di en dólares porque si se los doy en bolívares se les hace más complicado conseguir los medicamentos”, explicó el filántropo. Pues los medicamentos se están traficando a través de los bachaqueros quienes los traen de Colombia y los venden en dólares americanos.

Además, Pagán se trajo la historia de diez niños más para buscarles padrinos aquí en la isla. “La idea es que cada padrino le deposite mensualmente $20 en una cuenta. Y en diciembre voy a ir con todo el dinero que recaude y se le va a entregar en efectivo y en dólares a los padres de esos niños”.


-¿Y por qué Venezuela?, preguntó Diálogo.
-“Para mí, Venezuela es prioridad -más que cualquier otro país- porque ahora mismo cuando hay un desastre en cualquier país tú ves cómo los demás países, quizá hipócritamente, se unen. Sin embargo, Venezuela lleva tres años en una crisis humanitaria, donde no hay ni alimentos”, sentenció el altruista.

Por tal razón, su iniciativa ha sido tratar de buscar ayuda para seguir asistiendo a esta gente y poder llevarle los filtros. Además de dar a conocer su organización para que así la gente done y se involucre con el proyecto.

“Mucha gente puede hacer lo mismo que yo hago. Yo no soy millonario y yo estoy viajando a menudo. Tú miras mis tarjetas de crédito y están por el cielo. Yo he decidido endeudarme y gastar casi todo mi dinero porque el 80% lo saco, pero el otro 20% se me va en un préstamo que tengo, $100 que pago de celular, pago mi gasolina, pago la tarjeta de Macy’s, o sea que se me va”, detalló mientras insistía en la cooperación.

“Si tú estás bien y no ayudas, de qué vale que estés viviendo si no eres nadie, estás siendo una persona vacía, no una persona de luz sino de oscuridad. Y uno ayuda, no solo con dinero, uno ayuda de mil formas, de miles”, continuó.

Próximamente, en septiembre, volverá al país bolivariano esta vez con una misión distinta. “Regreso con $180 porque a un niño le voy a poner una prótesis en una pierna. Me va a salir más caro el pasaje y la estadía pero yo voy a ir a llevarle el dinero porque no me gusta hacerlo por terceros, todo lo hago personalmente”.

En diciembre, Pagán tiene planificado volver a la selva, esta vez no solo para llevar purificadores de agua sino también condones y ofrecer charlas de educación sexual a los indígenas.

_________________________________________________________________________________

Original del publicado en Diálogo