Sean las Justas en Ponce o en Mayagüez los jóvenes solo quieren pasarla bien

sábado, abril 16, 2016
Jóvenes de todas partes de la Isla se dieron cita, ayer, en las calles del pueblo de Mayagüez. (David Pérez)

A las diez de la noche, las calles del pueblo de Mayagüez aparentaban no tener diferencias con las de la Ciudad Señorial. Aunque los jóvenes no supieran hacia dónde caminaban, pues muchos hace cinco años no frecuentaban aquellos lares, el sonido del reguetón les marcaba el rumbo a las fiestas de las Justas de la Liga Atlética Interuniversitaria (LAI). 

Cuatro o cinco puntos de cotejo rodeaban el área de la fiesta, mencionó una sargento que no se quiso identificar. Aquellos puntos de aduana, puestos quizá por seguridad o para delimitar la superficie destinada a las aventuras de los jóvenes universitarios, eran largas filas pero se movían a un ritmo constante. 

“En Ponce no había que hacer una superfila para entrar”, dijo Gabriela de la Universidad de Puerto Rico en Arecibo. La gente adulta rebosa, como también los menores y Gabriela se dio cuenta de eso. Para ella, estas Justas no será lo mismo, pero como sus padres se están quedando en Cabo Rojo, no dudó en llegarle a Mayagüez para encontrarse con sus amigas. 


Igual Christian Pérez, quien siente que este evento no es una invasión a la casa de los sangre verde, sino que brega porque viene una caudal de gente de todas partes de Puerto Rico. Pues para él, “las Justas son la oportunidad perfecta para que todo el mundo baje de cualquier pueblo donde vivan, se encuentren y la pasen bien”. 

La muchedumbre seguía llegando en manadas con unos mismos objetivos: pasarla bien, vacilar, beber, bailar y reunirse con sus panas. 


Sabemos que en Mayagüez se janguea todos los días, al menos, eso dicen los colegiales. Pero hoy es diferente, hoy la casa está llena de amigos y contrincantes, de gallos y tigres, de estudiantes y viejos.

“Las justas son Mayagüez, no Ponce. Mayagüez es Mayagüez y lo demás es parking”, decía con orgullo José Valentín mientras abrazaba a su amigo que llegaba desde Hatillo para esa noche de alcohol y vacilón. 

Hoy se baila. Hoy se bebe. Desde la tarima de Medalla y al ritmo de Alexio La Bestia, la melodía dicta la pauta de la noche: “Tumba la casa mami”. 

Bajando un poco hacia la Madridz, el yaucano Gaby decía con toda seguridad que en cualquier lugar que hicieran las Justas, llevaría a lo mismo, “siempre van a pelear o va a pasar algo, van a cometer delitos porque todo el mundo está al garete”. 


A pasos de Gaby, tres guardias charlaban entre sí, sin prestarle mucha atención a la algarabía ni mucho menos a la música que hacía que todos se movieran a un mismo ritmo, como si bailaran el “Guata uva uva uva guata” que ensordecía y enloquecía a todo aquel que pasara al menos a dos calles de distancia. 

Sin embargo, en la Plaza Colón, el ambiente era otro. Al son de la salsa toda cadera se sacudía. Una leona de la UPR de Ponce llegaba a Mayagüez sin expectativas, fuera salsa o reguetón ella solo quería pasarla bien, solo eso, porque ni a los eventos deportivos deseaba ir.

Esta leona de 20 años, obviamente, considera que las Justas en Ponce se han dado mejor. “Es un poco más pequeño y no hay tanto espacio como en la Plaza de Ponce. Hay más guardia en las entradas que adentro, hay por ahí dos o tres en las esquinas pero no es tan seguro”. 


Como parte del evento, las promociones son la orden de la noche, gorras, gel, bandas, pulseras, pitos y mochilas, regalaban cualquier cosa. Lo que no se regaló fue alcohol, de hecho, estaba más caro de lo acostumbrado. 

Entonces, Macabeo desde la tarima marcaba el ritmo y con pasos errados pero con la sonrisa en el rostro -como de quien goza lo que hace- los jóvenes se movían al vaivén del soneo. No importaba de dónde venías, ni dónde estudiabas, si eras joven, viejo, hombre o mujer, allí cualquiera se juntaba para tirar una bailadita. 

“A la boda no me va a invitar”, se escuchaba desde la tarima. Quizá, no habrá boda pues en todas las esquinas reparten condones, pero total, no hay muchos guardias que velen el perímetro, ni hay baños donde se puedan esconder a usarlos. 

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Original del publicado en Diálogo

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XXII. Casado con la vida y amante de la comida. Boricua. Viajero. Periodista en formación.

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