Para el 2015, los casos de trata humana en el país habían aumentado en un 250 por ciento y se arrestaron más de 80 personas por este crimen.
“Vendo mi dignidad. Él me dijo que no me iba a hacer falta”
- Nicole Tatiana Maldonado (microcuento)
Liza fue víctima de explotación sexual. Es puertorriqueña. Y como ella, hay muchos y muchas en Puerto Rico que cumplen una condena que no merecen. Así lo asegura la Fundación Ricky Martín a quien Liza le confió su relato.
“Cuando era pequeña, me acuerdo que estaba en primer grado, mi mamá nos encerraba en un cuarto a mí y a mi hermana en esas camas de mosquitero que eran como de tubo… y nos amarraba, ahí a ella le daban cien pesos y con nosotras los hombres tenían relaciones”, contó Liza y lo reseñó Diálogo en su edición de diciembre 2010 – enero 2011.
Liza también fue abusada sexualmente por su abuelo, su tío, sus primos y hasta su hermanastro. Pero el silencio reinó en aquel momento. Todos la habían amenazado. Todavía el silencio reina, no solo en su familia sino en todos los puertorriqueños. Y así los seguimos condenando a un mundo que calla a conveniencia.
La semana pasada muchos puertorriqueños se escandalizaron por unas expresiones que hizo Ana María Polo en su programa Caso Cerrado en el que aseguraba que era una modalidad en la isla que las madres vendieran a sus hijos para conseguir dinero para enfrentar la crisis económica en la que estamos inmersos.
Exageró. Dramatizó un poco. Por rating, ya saben. Y lo logró. (Ese es otro tema) Pero también logró que se manifestara la ignorancia y la hipocresía de muchos puertorriqueños quienes parecen vivir en Lalalandia.
Es más, la trata humana no es una nueva modalidad, erró Polo. Según Ever Padilla, director ejecutivo de la Comisión de Derechos Civiles (CDC) de Puerto Rico, comenzó a tratar estos casos desde los años 90. Sin embargo, el delito se reportaba como maltrato infantil o violencia doméstica, explicó Padilla en un panel en la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en febrero del año pasado.
La fiscal federal Cristina Caraballo, sumó otros datos importantes aquella tarde en la UPR: los casos de trata humana en el país han aumento en un 250% y en 2015 se arrestaron más de 80 personas por este crimen.
¿Se acuerdan del caso de Tania Figueroa Pagán y Kenneth Martínez Báez, acusados por prostituir a su hija de 11 años –sí, su hija de 11 años– frente a sus hermanos menores?
¿No recuerdan la escalofriante historia de Betsian Carrasquillo Peñaloza, arrestada en 2013 porque llevaba a su hija de 14 años para que tuviera relaciones sexuales con turistas?
¿Y de Gerardo Navarro Rodríguez, el siquiatra pediátrico que violó y explotó sexualmente a dos menores, mientras les brindaba servicios en su clínica?
Es más, en 1986, luego del fuego en el Hotel Dupont, cuando comenzaron la limpieza del área se encontraron con fotos pornográficas de hombres teniendo relaciones sexuales con menores de edad.
Estos casos –y muchos más– están registrados en las investigaciones que lideró Cesar Rey con la Fundación Ricky Martín quienes realizaron los estudios en colaboración con la Universidad de Puerto Rico (UPR).
En Puerto Rico la tarifa es más económica que en otros países. Suelen pagarles a los proxenetas entre $200 y $400 para tener relaciones sexuales con menores de 14 años, develó en octubre de 2015 el director de la Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional, del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas para Puerto Rico e Islas Vírgenes, Ángel Meléndez.
Por tal razón, los estudios y los hechos han evidenciado que la trata humana no solo ocurre entre puertorriqueños, sino que también servimos de destino y lugar de transbordo. Puerto Rico ha sido el escenario para trata con personas de República Dominicana, Filipinas, China, entre otros países.
Y ahora no piensen que solo se da en los campos de Puerto Rico, en los sectores marginados. Caeríamos en la estigmatización y en los prejuicios. Ocurre también en las esferas de alto nivel social. Preguntémosle al alto funcionario federal que contrajo matrimonio con una niña filipina y se la trajo a la isla para someterla a esclavitud sexual.
Indígnese por eso y no por la licenciada Polo.
“Es que eso daña la reputación de Puerto Rico”, leí como excusa en Facebook. Miren, si hablamos de reputación, la nuestra se acabó de dañar en el mismo momento que eligieron a Ricardo Rosselló Nevares como nuestro gobernador.
Se daña la reputación cuando en lo que va de años han asesinado a 57 personas. Se daña la reputación cuando aceptamos todo lo que nos impone el foro federal y nuestra Legislatura pero no protestamos. Se daña la reputación cuando el 52 por ciento de los jóvenes puertorriqueños de 16 a 24 años viven en pobreza.
Entonces, ¿cuál es la reputación que no queremos que se menoscabe?
Hay que comenzar a desmitificar el imaginario de sociedad en el que pensamos vivir. Un imaginario de primer mundo. La trata huma no es un problema social solo de India, Uganda, Pakistán, Ghana, Malasia o en los famosos burdeles de Tailandia (Lean el libro Half the Sky de los periodistas Nicholas Kristof y Sheryl Wudunn, ganadores del premio Pulitzer).
La trata humana no está alejada de nuestro diario vivir, no son casos aislados. La trata humana también ocurre en Puerto Rico.
No podemos ser hipócritas o hacernos de la vista larga porque nos convertimos en cómplices del delito. Si queremos que esto no ocurra en nuestro país hay que denunciarlo, darle rostro y tomar acción.