Anhelaba
graduarse del duodécimo grado con sus mejores amigas, pero no lo consiguió.
Cuando Andrea Cruz finalizó su tercer año de escuela superior, abandonó el
colegio. Se aburría por estar sentada mirando a la maestra hablando sin parar,
obedeciendo reglas demasiado estrictas y sin poder aprender, porque consideraba
las clases como si fueran un castigo.
“Yo soy visual”, decía Cruz, y es que los métodos de
enseñanza tradicional en el sistema de educación de Puerto Rico (sin importar
si son escuelas públicas o privadas) están hechos para niños auditivos, que no
se cansan de escuchar al maestro hablar. A sus 16 años, junto con su madre,
tuvo que tomar la fuerte decisión de salirse del colegio y adelantar el cuarto
año en el Centro Educativo Superior Vocacional de Cupey. “Estaba en una etapa
rebelde, estuve en probatoria en diez [décimo grado]”, añadió.
Al igual que Andrea Cruz, existen en Puerto Rico
aproximadamente 271,633 jóvenes, un 40 por ciento de desertores escolares
–estudiantes que fueron dados de baja de la escuela diurna-, según las
estadísticas del Departamento de Educación junto con el Censo de los Estados
Unidos, que han sido víctimas del sistema de enseñanza del País. Al menos, Cruz
decidió entrar a la universidad. Actualmente, tiene 19 años y cuenta con la
beca de honor de la Universidad del Sagrado Corazón.
“A menudo en las escuelas, se enseñan contenidos del
siglo 19, con maestros del siglo 20, a alumnos del siglo 21”, ha mencionado en
varias ocasiones Carles Monereo Font, doctor en psicología de la Universidad
Autónoma de Barcelona. Los estudiantes, son ahora cibernéticos, tecnológicos y
capaces de recorrer el mundo con un “clic”. Por tal razón, la Universidad del
Sagrado Corazón ha diseñado un nuevo perfil del estudiante del siglo 21 que ha
sido adoptado por muchas instituciones, educadores y universidades.
La representante de Puerto Rico en la Asociación
Americana de Psicólogos, Frances Boulon-Díaz, sostiene que “no hay métodos de
enseñanza buenos o malos […] todos se aplican a diferentes tipos de
estudiantes”. La educación es eficaz siempre y cuando ayude al niño, “por lo
que no se le puede llamar a un método de enseñanza: obsoleto”, añadió la
psicóloga escolar.
No podemos caer en la tentativa de pensar que todo lo tradicional es malo. Sin embargo, este es el pensar de la academia, de la teoría, pero los que trabajan activamente en el campo, con los alumnos, piensan de una manera distinta.
“No es el estudiante el que fracasa, es el sistema el que ha fracasado” dijo el investigador en educación Carlos Calvo Muñiz en el documental “La Educación Prohibida”. La culpa la tiene el sistema de enseñanza por tratar a todos los estudiantes de la misma manera, los homogeneiza, sin mirar que todos son diferentes.
“Supuestamente, el modelo que se utiliza ahora es el constructivista, donde el niño construye su propio conocimiento, pues realmente, eso no se ve en la sala de clase, ese es el ideal […] aquí, más bien, es el sistema de zafacón, yo te doy esta información, tú te la aprendes y te la memorizas” explicó la psicóloga escolar Dilka Betancourt Betancourt.
La educación tradicional en Puerto Rico es toda auditiva, ¿y los niños visuales, los cinéticos –los que utilizan el movimiento- y los habladores? Esto les causa trastornos y desórdenes mentales a los estudiantes que no pueden aprender de manera visual. “Yo no puedo, no sirvo, no valgo”, dicen aquellos que no se adaptan. El sistema hace que se sientan inferiores a los demás, al no poder captar el material de la misma manera y al mismo tiempo que sus compañeros, dijo la psicóloga quien trabaja en Servicios Psicológicos Raigambre.
Los métodos de evaluación son un problema enorme,
continuó, “se exige un sistema de evaluación tradicional que responde al
sistema de enseñanza tradicional. Yo te doy esta información, y yo lo que te
pido en el examen es esa información”, expuso.
Muchos educadores dicen: “Él se sabe todo el material, pero cuando llega el examen… no lo puede hacer” relató Betancourt de su experiencia como maestra en educación especial. Es porque los exámenes lo que dicen es si el estudiante sabe, o no, contestar ese tipo de prueba. Aunque el maestro sepa que el niño conoce el material, en el sistema de educación tradicional el estudiante fracasará si no contesta los exámenes escritos, agregó.
Juanita Rodríguez Colón, decana de la Facultad de Educación de la Universidad de Puerto Rico recinto de Río Piedras, enfatizó: “Los estudiantes no aprenden de la misma manera”. Para tener un verdadero sistema de enseñanza hay que buscar diferentes estrategias de impartir el conocimiento, porque no todos los estudiantes son iguales, dijo.
“Hay que trabajar para la diversidad”, continuó. No a todos los estudiantes les funciona escuchar una conferencia donde el maestro sea el único que hable. Estamos hablando que la carencia está en poder identificar el método de aprendizaje adecuado de los estudiantes y en eso, nuestra Facultad está poniendo todo el empeño para remediarlo, enseñándolos a buscar las fortalezas y debilidades de los niños, aclaró la rectora.
Asimismo señaló, Rodríguez Colón, que para una enseñanza eficaz en el siglo 21, no se pueden seguir utilizando las sillas yuxtapuestas –en filas-, pues no promueven el trabajo cooperativo. Tiene que existir el razonamiento crítico de todos los estudiantes. Los temas abstractos no funcionan, el estudiante tiene que tener una experiencia real. Y la tecnología tiene que ser vital, no puede haber en las escuelas computadoras sin Internet.
“En general, el sistema [de educación pública] no se ha mantenido con los tiempos” agregó Eliut Flores Caraballo doctor en Comunicación Internacional. Hay que llevar las destrezas tecnológicas de los maestros a un nivel mayor y trasformar las maneras en que se utiliza en los salones de clases, abundó.
“Si tú no dominas la tecnología, tú no puedes ser trabajador del conocimiento del siglo 21. Y si no eres trabajador del conocimiento del siglo 21, no puedes participar de la economía del conocimiento”, concluyó el catedrático de la Escuela Graduada de Ciencias y Tecnologías de la Información.
Tenemos un sistema de enseñanza tradicional que no está siendo efectivo, que no está brindando los estímulos necesarios ni la educación eficaz para un 40 por ciento de los estudiantes de Puerto Rico y para otros muchos que nunca se han podido acoplar a él. Los niños están acostumbrados a la rapidez que le ofrece la tecnología y si el maestro no se adapta a ese “mundo”, va a perder al estudiante, lo va a aburrir y terminará, quizás, siendo parte del porcentaje de los desertores escolares.
La psicóloga clínica, Nellie Zambrana, a través de una conversación por correos electrónicos, mencionó los factores que influyen para que un estudiante abandone la escuela: “La poca pertinencia de los contenidos, los malos sistemas de evaluación, las pobres condiciones de las escuelas, el pésimo modelaje de los dirigentes del país o personas “respetables”, pobre administración/corrupción de un presupuesto de $3.8 billones y el desapego afectivo entre generaciones (intrafamiliar, en la comunidad escolar y comunidad)”.
Para Frances Boulon, este 40 por ciento de deserción escolar significa mermas de tipo material, pues no podrán obtener el grado de productividad que se espera de esos jóvenes. También representa pérdidas para el Estado pues, “son fondos públicos en los que todos contribuimos” y están siendo malgastados. Además añade, que el no terminar la escuela los pone en riesgo de rechazo, los conduce a conductas delictivas y terminan en la prisión.
Las estadísticas del Departamento de Corrección y Rehabilitación estimó que aproximadamente el 58 por ciento de los confinados (alrededor de 6,670 presos) de la Isla no completaron su undécimo grado.
“La deserción escolar está íntimamente relacionada a la delincuencia; son jóvenes adultos con trastornos mentales o trastornos de otro tipo, que no fueron trabajados” señaló Dilka Betancourt.
Loida Martínez, doctora en educación, a Nelson Colón, presidente de la Fundación Comunitaria de Puerto Rico, y dijo, “realmente no hay desertores escolares, sino, cimarrones”. Un cimarrón es un esclavo refugiado en los montes, en busca de libertad. Lo que existen son estudiantes que escapan y se liberan del sistema que los presiona, de un sistema de enseñanza que no los deja ser libres.
Muchos educadores dicen: “Él se sabe todo el material, pero cuando llega el examen… no lo puede hacer” relató Betancourt de su experiencia como maestra en educación especial. Es porque los exámenes lo que dicen es si el estudiante sabe, o no, contestar ese tipo de prueba. Aunque el maestro sepa que el niño conoce el material, en el sistema de educación tradicional el estudiante fracasará si no contesta los exámenes escritos, agregó.
Juanita Rodríguez Colón, decana de la Facultad de Educación de la Universidad de Puerto Rico recinto de Río Piedras, enfatizó: “Los estudiantes no aprenden de la misma manera”. Para tener un verdadero sistema de enseñanza hay que buscar diferentes estrategias de impartir el conocimiento, porque no todos los estudiantes son iguales, dijo.
“Hay que trabajar para la diversidad”, continuó. No a todos los estudiantes les funciona escuchar una conferencia donde el maestro sea el único que hable. Estamos hablando que la carencia está en poder identificar el método de aprendizaje adecuado de los estudiantes y en eso, nuestra Facultad está poniendo todo el empeño para remediarlo, enseñándolos a buscar las fortalezas y debilidades de los niños, aclaró la rectora.
Asimismo señaló, Rodríguez Colón, que para una enseñanza eficaz en el siglo 21, no se pueden seguir utilizando las sillas yuxtapuestas –en filas-, pues no promueven el trabajo cooperativo. Tiene que existir el razonamiento crítico de todos los estudiantes. Los temas abstractos no funcionan, el estudiante tiene que tener una experiencia real. Y la tecnología tiene que ser vital, no puede haber en las escuelas computadoras sin Internet.
“En general, el sistema [de educación pública] no se ha mantenido con los tiempos” agregó Eliut Flores Caraballo doctor en Comunicación Internacional. Hay que llevar las destrezas tecnológicas de los maestros a un nivel mayor y trasformar las maneras en que se utiliza en los salones de clases, abundó.
“Si tú no dominas la tecnología, tú no puedes ser trabajador del conocimiento del siglo 21. Y si no eres trabajador del conocimiento del siglo 21, no puedes participar de la economía del conocimiento”, concluyó el catedrático de la Escuela Graduada de Ciencias y Tecnologías de la Información.
Tenemos un sistema de enseñanza tradicional que no está siendo efectivo, que no está brindando los estímulos necesarios ni la educación eficaz para un 40 por ciento de los estudiantes de Puerto Rico y para otros muchos que nunca se han podido acoplar a él. Los niños están acostumbrados a la rapidez que le ofrece la tecnología y si el maestro no se adapta a ese “mundo”, va a perder al estudiante, lo va a aburrir y terminará, quizás, siendo parte del porcentaje de los desertores escolares.
La psicóloga clínica, Nellie Zambrana, a través de una conversación por correos electrónicos, mencionó los factores que influyen para que un estudiante abandone la escuela: “La poca pertinencia de los contenidos, los malos sistemas de evaluación, las pobres condiciones de las escuelas, el pésimo modelaje de los dirigentes del país o personas “respetables”, pobre administración/corrupción de un presupuesto de $3.8 billones y el desapego afectivo entre generaciones (intrafamiliar, en la comunidad escolar y comunidad)”.
Para Frances Boulon, este 40 por ciento de deserción escolar significa mermas de tipo material, pues no podrán obtener el grado de productividad que se espera de esos jóvenes. También representa pérdidas para el Estado pues, “son fondos públicos en los que todos contribuimos” y están siendo malgastados. Además añade, que el no terminar la escuela los pone en riesgo de rechazo, los conduce a conductas delictivas y terminan en la prisión.
Las estadísticas del Departamento de Corrección y Rehabilitación estimó que aproximadamente el 58 por ciento de los confinados (alrededor de 6,670 presos) de la Isla no completaron su undécimo grado.
“La deserción escolar está íntimamente relacionada a la delincuencia; son jóvenes adultos con trastornos mentales o trastornos de otro tipo, que no fueron trabajados” señaló Dilka Betancourt.
Loida Martínez, doctora en educación, a Nelson Colón, presidente de la Fundación Comunitaria de Puerto Rico, y dijo, “realmente no hay desertores escolares, sino, cimarrones”. Un cimarrón es un esclavo refugiado en los montes, en busca de libertad. Lo que existen son estudiantes que escapan y se liberan del sistema que los presiona, de un sistema de enseñanza que no los deja ser libres.
Educación
alternativa: válida para el siglo 21
En pleno siglo 21, todavía se siguen
utilizando los métodos de enseñanza tradicional que provienen de hace
doscientos años, en el cual el estudiante solo aprende lo que el maestro le
enseña. Por las varias quejas que ha recibido este sistema antiguo, se han
creado lo que se conoce como educación alternativa, que permite al estudiante,
a partir de la orientación de un guía, crear y adquirir su propio conocimiento
a su propio ritmo.
En Puerto Rico existen siete escuelas públicas que utilizan el sistema alternativo Montessori y el Departamento de Educación tiene un plan para añadir 25 planteles más a la lista. Existen también, decenas de colegios privados que, además del Montessori, utilizan otras filosofías como lo son, la educación por niveles de Daskalos y las Escuelas del Mañana.
Nashalie Cancel, estudió desde octavo grado en Coamo Christian Academy que forma parte del sistema Escuelas del Mañana. En el colegio se promueve la enseñanza individual, cada cual en su cubículo, aprendiendo lo asignado en el día, dijo.
“Se lo recomendaría a personas individuales, pero que no los pongan desde pequeños [en el sistema alternativo]”, enfatizó Cancel. Para adaptarse a ese sistema se necesitan otras destrezas que la propia escuela no te brinda porque todo lo haces tú. Aunque sí te enseñan a trabajar solo y a trazarte tus propias metas, añadió.
Nashalie actualmente es estudiante de la Universidad del Sagrado Corazón, no encontró dificultades para adaptarse al cambio en los métodos de enseñanza y ha llegado a tomar hasta 27 créditos por semestre sin afectar su promedio.
El colegio Daskalos tiene como filosofía que el estudiante sea feliz, por lo que pueden ir vestidos a su forma y aprender a su ritmo, señaló Dilka Betancourt quien trabajó como practicante en él. “Tienen una educación integral; lo que te están enseñando en español, lo estás viendo en ciencias y aprendiendo en historia”, mencionó la psicóloga escolar.
Los niños están organizados por edades, pero no todos están aprendiendo lo mismo, quizás un niño, de lo que sería el equivalente a sexto grado, está en matemáticas con el libro de quinto porque todavía no ha adquirido las destrezas, mientras los demás están con el que el corresponde. “Los estudiantes no tienen la presión de competir con sus compañeros”, indicó Betancourt.
Lisely Méndez, directora de la Nueva Escuela Juan Ponce de León, que va desde los tres meses hasta los 15 años, afirma que el método Montessori, fundado por la educadora María Montessori, motiva al estudiante de manera intelectual “porque permite que el estudiante vaya aprendiendo a su propio ritmo”.
En el aspecto emocional, se integra el desarrollo de la sana convivencia y la paz para que el estudiante pueda canalizar sus sentimientos, por lo que hay poca intervención del adulto. “Si hay un conflicto entre ellos en el salón de clases, van a una mesa de la paz, y tratan, entre sus pares, de resolver el conflicto” afirmó la directora, quien añadió que la escuela logró reducir la deserción escolar a un cero por ciento.
Tanto Lisely Méndez como Nelly Zambrana, psicóloga clínica, coinciden en que el método alternativo funciona en todo tipo de estudiante, solo hay que modificar el modo en que se imparte. Actualmente no existe una política pública que respalde a Montessori.
Para implantar el método Montessori se necesita mucho dinero, hay que comprar materiales para los niños, hay que adiestrar guías docentes capaces de entender a los estudiantes y se necesita el apoyo tanto familiar como de la comunidad.
“Esto es otra cosa, es paz, es independencia, es sacar el sentimiento del niño” dijo María Martínez, guía docente del La Nueva Escuela Juan Ponce de León de Guaynabo.
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Trabajo para la clase de Redacción Periodística I.