Universitarios boricuas dan la milla extra por Puerto Rico desde Nueva York

viernes, diciembre 08, 2017
‘Do it for Puerto Rico’ ha recaudado fondos monetarios para ayudar en la reconstrucción del país tras el paso de María. (Suministrada)

La desesperación asfixiaba. El miedo les invadía. Se sentían inútiles. Necesitaban hacer algo por los suyos, por su familia, por Puerto Rico.

A unas 1,621 millas de distancia, la devastación era evidente. Los noticieros solo presentaban los estragos causados por el huracán María. Desde la lejanía física, las ganas de hacer se imponían en sus mentes. Les urgía sentirse conectados con los que sufrían.

Así, veinte estudiantes puertorriqueños de Manhattan College, en la ciudad de Nueva York, comenzaron ‘Do it for Puerto Rico’ con la intención de ayudar en la reconstrucción del país.

“El no poder hacer nada, el no poder estar allí físicamente, fue lo que nos motivó a formar este grupo y hacer distintas actividades todo el semestre para recaudar dinero. La verdad es que todos nos motivamos por el amor a la patria. Cada cual ha utilizado sus distintas habilidades para ayudar a recaudar dinero”, explicó Carmen Laura Álvarez.

Así que se reunieron de inmediato y comenzaron a recaudar el capital. De la manera que pudiesen, entre clase y clase o en las noches, atrasando las horas de estudio. Colocaron mesas de recolección en el cuadrángulo del campus y realizaron hasta ventas nocturnas de ‘grilled cheese‘ desde clases de CrossFit hasta fiestas cerca del Union Square.

“Conseguí conectarme con el dueño de una barra en la ciudad, un rooftop (azotea). Terminamos vendiendo 210 taquillas y el evento generó alrededor de $3,200. Fue, definitivamente, successful (exitoso)”, añadió la joven de 21 años y estudiante de Biología.

Hasta la fecha, el grupo ha logrado recaudar sobre $5,500. El primer desembolso lo hicieron a unos ingenieros químicos que visitarán el País la próxima semana para traer filtros de agua a una escuela en Añasco.

El sobrante aún discuten cómo lo utilizarán.

“La última opción sería donarlos a Unidos por Puerto Rico porque yo quiero que lleguen las cosas a donde tienen que llegar”, argumentó la joven que cursa su tercer año de Estudios Internacionales, Natalia Álvarez.

Es por esto que Carmen Laura prefiere que, como grupo, se reúnan en Puerto Rico durante las vacaciones de invierno para realizar compras en tiendas locales y repartirlas entre los residentes más afectados de varios municipios.

Los jóvenes participaron como voluntarios en una actividad de recolección de suministros organizada por el presidente del Distrito del Bronx, Rubén Díaz. (Suministrada)

El miedo al regreso


Aunque las entrevistadas se encuentran ansiosas por llegar a Puerto Rico, aún prevalece la incertidumbre del nuevo panorama con el que se encontrarán.

“Me da un poco de miedo porque solo con las fotos y videos que mandan, de sitios que yo voy todos los días cuando estoy allá, se ven tan distintos que siento que no voy a reconocer casi nada. Me lo imagino como un desierto y no me lo quiero imaginar así, pero es lo que espero”, dijo Rocío Ramallo, de 20 años.


El mismo temor de volver lo siente Natalia, quien reconoce que esta vez encontrará un Puerto Rico diferente.

“Yo solo espero que el desastre no sea tan shocking (chocante) para mí porque todos los árboles alrededor de mi casa se cayeron. Yo creo que el ambiente será lo más impactante porque lo dejé hace unos meses de una manera y ahora va a estar de otra”, dijo con su mirada clavada en el suelo.

Sin embargo, el miedo al regreso no solo gira en torno al desastre natural, sino a la lenta recuperación que ha tenido el País. A 78 días del devastador ciclón, más de la mitad de Puerto Rico sigue sin el servicio de energía eléctrica.

“A mí me frustra un poco. No creo que debería estar tardando tanto. No debería haber tanta gente sin agua todavía o sin luz. No tiene sentido, esto son personas –sean parte de Estados Unidos o no– se tienen que ayudar. No tiene sentido que tanta gente esté sufriendo o estén bajo condiciones casi inhumanas, es cuestión de derechos humanos”, tronó Rocío.

Para la también estudiante de Biología, la “zona gris” en la que se encuentra Puerto Rico en cuanto a su estatus político y su relación con Estados Unidos es fundamental en el retraso de la reconstrucción.

“Esto llega a pasar en un estado de Estados Unidos y ya estuviese listo. No creo que estaría tomando tanto tiempo si la deuda no existiera y si nuestro estatus estuviera más definido”, opinó.

Tanto Rocío como Natalia aseguraron que realizarán trabajo voluntario durante las Navidades.

Esta primera visita al país, proyectaron las universitarias, podría funcionar como estímulo para seguir recolectando víveres y dinero el próximo semestre académico.


“A mí me gustaría seguir la recaudación el semestre que viene porque ya esto no sale en las noticias, la gente ya se ha olvidado. Y vemos el caso de Sandy (2012) donde todavía la gente está viviendo en pobreza en algunas áreas. Este caso es bien diferente porque vivimos en una isla, la corrupción y la mala administración nos ha dejado ya en quiebra. Creo que es un caso bien difícil porque no tenemos ayuda de otros estados y no podemos irnos a quiebra”, detalló Natalia.

Igualmente, Carmen Laura ve lento el levantamiento de Puerto Rico. Le molestan las estadísticas. Le enoja que “el gobierno quiera reducir la magnitud de lo que pasó”. Se cuestiona el número de muertes y declara que “hasta hoy todavía hay gente muriendo por la falta de luz”.

Sin embargo, aún conserva la esperanza por la unión que ha surgido entre los boricuas –residentes en el archipiélago y en Estados Unidos– tras el paso del huracán.

Según la página de Facebook Students With Puerto Rico, a través de una campaña en GoFundMe, estudiantes boricuas en más de 50 instituciones estadounidenses lograron recaudar unos $250,000.



El 20 de septiembre


El sufrimiento emocional que atravesó la diáspora durante los primeros días luego del fatídico 20 de septiembre fue descomunal.

“Al principio, el sentimiento fue horrible, horrible. Estar viendo todos los videos y no poder estar ahí con mi familia, apoyándolos. Estar leyendo, escuchando los llantos de mi mamá todos los días después del huracán, fue horrible. A mí me puso en depresión”, rememoró Carmen Laura.

Los miércoles, Rocío tiene el calendario lleno de clases. No tiene mucho tiempo libre. Así que entre clase y clase se conectaba a la transmisión de Wapa-TV para enterarse de todo lo que estaba aconteciendo. De una vez, veía a su madre –Celimar Adames– y esto le daba un poco de consuelo.

“El día después fue el más fuerte porque no había comunicación para nada. No tenía cómo saber de ellos y ya estaba viendo todo lo que estaban mandado las personas de todo lo que pasó y me estaba dando mucha ansiedad. Ver todo lo que estaba pasando y no poder hablar con mi familia fue bastante impactante”, contó.

El 30 de septiembre, Rocío entonó Preciosa y Aleluya en el cuadrángulo de Manhattan College en un “open mic” que sirvió para recolectar fondos para Puerto Rico.

Las fuertes ráfagas del huracán categoría 4 colapsaron el sistema de telecomunicaciones. Esto lo sabe muy bien Natalia, quien habló con su madre a las ocho de la mañana del fatídico 20 de septiembre y no volvió a saber de ella hasta una semana después. No recibió ni un texto, ni una llamada, nada.

“Estaba con una ansiedad brutal. Me afectó en los estudios, no me podía concentrar”, apuntó.

Lo que no les faltó fue el apoyo de sus compañeros de universidad, así como de la administración.

“Me da mucho orgullo que tanta gente se haya unido para que pudiéramos poner nuestro granito de arena para poder ayudar a nuestro país. No podemos decir que son solo los puertorriqueños porque hay mucha gente que nos ha ayudado y la universidad nos ha ayudado un montón”, resaltó Rocío.
“Lo que duele es cuando la gente se acostumbra”

Este es el caso de Andrea Méndez, una venezolana de 20 años que ha trabajado incansablemente junto a sus amigos boricuas.

Como estudia Mercadeo y Publicidad, ella se ha encargado de preparar las propagandas. También, colaboró la noche en que vendieron los grilled cheese, donó ropa y motivó a su madre para que, desde Miami, comenzara a recaudar víveres para enviar a Puerto Rico.

Andrea, quien ha visitado el País en varias ocasiones, dijo estar incrédula ante la devastación.

“Yo estuve ahí y era todo tan perfecto, tan bonito, y ya no queda nada. Me han mostrado fotos de playas a las que me llevaron y ya no queda nada. Y que la madre de mi compañera de cuarto me haya contado con toda la tranquilidad del mundo que ellos lavan la ropa con agua de la lluvia, me quedé en shock. No podía creer que pasaron de tenerlo todo a no tener nada. En Venezuela, por lo menos, fue una transición, a ustedes le dieron una cachetada de la noche a la mañana”, soltó.


Es por esto, y por el cariño que les tiene a los puertorriqueños, que no ha dudado en dar la mano. “Ellos lo harían por mí”, dijo con una sonrisa.

Asimismo, admitió que no vacilaría en aceptar otra invitación para visitar la Isla “porque la gente es la que hace a Puerto Rico”.

Una vez, un taxista le dijo a Andrea que lo mejor que le podía pasar a Puerto Rico era que un huracán se lo llevara completo para que “el gobierno metiera mano y la gente se diera cuenta y se levantaran de una vez”.

“Lo bueno de llegar al fondo es que solo se puede ir para arriba y claro que se sale si se quiere. Lo que duele es cuando la gente se acostumbra a vivir así. Una vez te acostumbres a no tener luz, a no tener agua, a no tener nada, dejas de buscar lo que te mereces”, remató.

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XXII. Casado con la vida y amante de la comida. Boricua. Viajero. Periodista en formación.

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